Escrito por Santiago – Feb ’15
Cuando el trabajador que haya cotizado suficientemente, sufra una enfermedad o accidente que le provoque reducciones anatómicas o funcionales graves, susceptibles de determinación objetiva y previsiblemente definitivas, que disminuyan o anulen su capacidad laboral, podrá acceder a una prestación por incapacidad permanente en alguno de sus cuatro grados:
Incapacidad permanente parcial para la profesión habitual:
Aquella que, sin alcanzar el grado de total, ocasiona al trabajador una disminución no inferior al 33% en su rendimiento normal para dicha profesión, sin impedirle la realización de las tareas fundamentales de la misma.
Incapacidad permanente total para la profesión habitual:
La que inhabilita al trabajador para la realización de todas o de las fundamentales tareas de dicha profesión, siempre que pueda dedicarse a otra distinta.
Incapacidad permanente absoluta para todo trabajo:
La que inhabilita por completo al trabajador para toda profesión u oficio.
Gran invalidez:
La situación del trabajador afecto de incapacidad permanente y que, por consecuencia de pérdidas anatómicas o funcionales, necesite la asistencia de otra persona para los actos más esenciales de la vida, tales como vestirse, desplazarse, comer o análogos
El reconocimiento de dicha incapacidad permanente puede producirse de forma mecánica o a instancia de la Administración tras un proceso de incapacidad temporal o baja médica, pero también puede ser solicitada directamente por el trabajador interesado mediante la oportuna instancia ante cualquier Centro de Atención e Información de la Seguridad Social.